¿Por qué te llamaba?
¡Claro!
Debiste estar nervioso.
Acaso no escuchaste
los gemidos en el viento
que te acompañaba,
el mismo que te rosaba.
Tú...
viajabas una larga distancia.
Yo...
jugaba conmigo, en tu posición...
jugaba a ser tú.
Por eso te llamaba.
Raquel
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