


…y allí terminó.
El instinto,
el deseo
me traiciona…
me arrastra hasta este lugar.
Hasta este huequito
A donde mi recóndito cuerpo
y alma
transmigraron
en espíritu de palabra.
Palabras reencarnadas
en manos.
Manos que han acariciado
libros infinitos,
que han escrito versos
en el centro venidero
de la sima de Raquel.
Palabras reencarnadas
en una extraña amelocotonada lengua
que se tradujo en amor
y versó…
sobre…
dentro mi ser.
Raquel
Sueño con tus besos
posados sobre mi pellejito.
Con tus labios y tu nariz
recorriendo mi piel,
lamiendo y husmeando
hasta el último huequito de mi cuerpo.
Es que te necesito.
¿Cómo te lo hago saber?
Sólo te escribo y me erizo.
No imaginas,
no tienes idea.
Cuánto te deseo,
cuánto te sueño,
cuánto te amo.
Te sueño hasta que mis manos:
una escribe y la otra…
se pasea mojada
por el llanto bajo y silencioso
porque no estás aquí.